lunes, 1 de abril de 2013

¡CRISTO HA RESUCITADO!... ¡TODO COMIENZA DE NUEVO!..



Nada podemos hacer ante la muerte. Pero hay alguien que es superior a la muerte y que la ha vencido: Jesucristo.

Los que mataron a Jesús creyeron que ya habían triunfado. Todo terminó como ellos habían planeado. Hasta los amigos de Jesús creían que ya no había nada que hacer. Es en ese momento cuando Dios se revela como un experto en casos únicos, ya que tiene un estilo propio de actuar. Cuando las cosas parecen acabadas, siempre nos sorprende con algo y en esta ocasión no iba a ser la excepción.

Jesús resucita exactamente en la fecha que le había dicho a sus discípulos. Con su resurrección se estaba venciendo a la muerte resucitando para nunca más morir. 
Jesús volvió a la vida. Salió de la oscuridad del sepulcro por su propio poder. Era una semilla con una carga de amor tan poderosa que reventó de debajo de la tierra y brotó con nueva vida.

Con su resurrección estaba dando paso a una vida eterna preparada para todos aquellos que vinieran a Él: “Porque por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre la resurrección de los muertos. Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados.” (1 Corintios 15:21, 22)

La Victoria que Cristo nos dio se encuentra en Su Resurrección, el apóstol Pedro lo declara en una de sus cartas: “Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos, para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros, que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero.” (1 Pedro 1:3-6)

¡Su Victoria es también nuestra victoria!

Creer en la resurrección de Cristo lleva a creer que con Él nuestras luchas llegarán a la Victoria final sobre la injusticia y la miseria. Es creer en el triunfo del amor.

La resurrección de Jesucristo es la primera semilla de la gran resurrección de todos los hombres de la Tierra, cuando ni la muerte, ni ninguna clase de egoísmos, puedan romper el triunfo de la más perfecta hermandad entre los hombres.

¡Cristo resucitado es, pues, nuestra gran esperanza!

Shalom.

P.A. David Nesher

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