Por: David Nesher
El mes de Av tiene una energía especial para los hijos de Dios. En ella, el poder del espíritu profético, pretende dar fortaleza para vencer los ataques contra el cuerpo humano y la comunidad de amor en la que el ser humano se entrena para el amor y las buenas obras.
El mes de Av tiene una energía especial para los hijos de Dios. En ella, el poder del espíritu profético, pretende dar fortaleza para vencer los ataques contra el cuerpo humano y la comunidad de amor en la que el ser humano se entrena para el amor y las buenas obras.
Av (אָב)
procede del acadio abu "cañas, juncos", estos eran recolectados para estas fechas. En
Israel se lo llamó también Menajem Av; del hebreo menajem "el que consuela", aduciendo a que
este mes coincide con tiempos de desgracias y calamidades acaecidas a los
judíos en este mes a lo largo de la historia.
Es un mes dónde las
circunstancias tienden a colocar a los hombres cómo cañas o juncos. Los
acontecimientos humanos confluyen hacia una sola meta: amedrentar al alma a fin
de que el espíritu del hombre permanezca limitado y no se manifiesta como
criatura llamada gobernar junto al Eterno en Cristo Jesús.
Las fuerzas luciferinas han
entrenado por siglos a las generaciones de la multitud a ser almáticas y por lo
tanto funcionar desde lo sensorial. Las mentes se han entrenado en una serie de
falsos paradigmas a través de los cuales las masas se sujetan al “oleaje” de
los acontecimientos históricos y toman decisiones de acuerdo a los vientos de
doctrinas que estén de moda y pululando acorde a su gusto, placer y necesidad. Dichos
vientos soplan en los corazones humanos gracias al poder de las religiones que
usan los ritos para lazar y paralizar.
Para romper con los ritos
religiosos que estructuran en la ignorancia espiritual, la Escritura revela que
debemos convertirnos en verdaderos adoradores. Por medio de esta condición se
nos revelará desde las dimensiones celestes la correcta cosmovisión de la
Creación. Desde ésta podremos enfrentar las distintas circunstancias con la
actitud de dominarlas y transformarlas.
La cosmovisión correcta procede
de la Verdad. Ésta se nos revela desde el Amor del Eterno derramado en nosotros
por el poder del Espíritu Santo. Este poder, activa diariamente en el espíritu
del hombre el poder del sacerdocio.
El sacerdocio, en su sentido
general, da la capacidad de armar un altar, para entregar allí una ofrenda con
poder de sangre que atraerá el favor de una divinidad. Desde este oficio de
adoración se establecerá un culto. El culto afectará a la razón (entendimiento
espiritual). Desde ese culto se determinarán los principios de una cultura.
Ambas palabras, culto y cultura, derivan del latín “cultum” que hace
referencia a “cultivo” o “el sembrar (colocar) una semilla”. Dicha
“semilla” está relacionada con
códigos secretos que al brotar se expanden en influencia.
Cuando la adoración que se
practica es errónea y por ende falsa el culto que se practica sostiene una
cultura ajena a la cultura del gobierno de Dios. Esa cultura oficiará en contra
de las multitudes procurando que esta se mantenga abajo observando las “normas” establecidas por ella. A través
de dichas “normas” impuestas por una
cultura legalista y tradicionalista.
En el mes de Av es muy
importante activar el poder del sacerdocio a fin de evitar la muerte
espiritual. Es durante este mes que los espíritus (o divinidades) del sistema
babilónico procuran que los hombres activen sus sentidos al máximo con el
objetivo de influenciarlos con la información sensorial de los hechos externos.
De acuerdo a todo lo dicho, es
necesario levantar nuestras conciencias al llamado del Dios Verdadero y por
medio de su Espíritu dejarnos guiar a la práctica de la adoración verdadera en
el Mesías.
Un mes definitivo en cerrar ciclos que todavía nos tienen atrapados en pensamientos y argumentos implantados por Babilonia.
ResponderEliminarPartir desde estos lineamientos nos da la certeza de que es Dios, el Verdadero, quien busca primero que de una vez por todas reconozcamos Su gobierno y lo dejemos actuar de tal manera que seamos completamente libres.
Bendecidos/as!