“Yom Din”, "el día del juicio". Este es uno de los nombres con el cual también se lo llama al Yom Teruah. El día en que somos llamamos al juicio. La existencia es llamada a rendir cuentas al creador.
Por eso, es necesario entender que uno de los elementos centrales que se practica en esta festividad es el Jeshbon HaNefesh, es decir "el balance de nuestra alma". El Eterno Dios nos llama a detenernos de la vorágine de nuestras vidas, hacer un alto por un instante y como decía Mario Benedetti:
"De vez en cuando hay que hacer una pausa ,contemplarse a sí mismo sin la fricción cotidiana, examinar el pasado, rubro por rubro, etapa por etapa, baldosa por baldosa y no llorarse las mentiras sino cantarse las verdades".
Estamos llamados a hacer tal como el Eterno Dios en la creación hizo. Seis días creo más el séptimo día descansó y contempló. La creación implica tanto el acto activo del producir como la posibilidad de contemplar nuestra obra. Tal como el Eterno Dios, hoy cada redimido es llamado a contemplar su existencia, a contemplar su paso por la vida, a observar sus actos. A preguntarse dónde estamos hoy, y como llegamos a ser lo que somos. El poder observarnos a nosotros mismos, el poder determinar un tiempo para pensar que es lo que venimos haciendo nos permite no solo mirar con nostalgia nuestro pasado reciente sino prever nuestro futuro inmediato y el que todavía no llega. Registrar como en una tabla de aciertos y fracasos nuestras acciones nos permite contemplarnos a nosotros mismos. Pero esto no desde una postura meramente contemplativa sino que debe ser el desarrollo de una nueva actitud que desde el aprender se prepara para accionar. Aprender y enseñar, observar y hacer. Debemos primero aprender de nuestras acciones para luego corregirlas y volcarnos nuevamente a la acción.
Debemos recordar para que lo acontecido no sea repetido sino aprendido sin ser olvidado. Somos libres de elegir cómo actuamos, pero no podemos liberarnos de las consecuencias de lo que hacemos. Recordar para asumir responsabilidad es responder por lo actuado; y a partir de ser responsables: perdonar y ser perdonados.
En estos días, debemos responder cómo seremos capaces de saber que somos nosotros quienes, ante los problemas que vendrán, tendremos creatividad para proponer soluciones que nos hagan más sabios que inteligentes; más virtuosos que exitosos; y más íntegros y auténticos con nuestro ser interior.
Porque somos nosotros, quienes, en amor, podemos ofrendar un año que sea nuevo y bueno.
Si no somos nosotros los que corregimos nuestros errores y nos volvemos en Teshuvá, arrepentimiento, al Eterno Dios, somos nosotros mismos los que nos condenamos a una muerte espiritual.
No hay comentarios:
Publicar un comentario