jueves, 20 de septiembre de 2012

Arrepentimiento la transformación de la conciencia (metanoia)


Al referirnos a “arrepentimiento”, ¿a que nos referimos? He notado que existe mucha confusión al respecto. Para poder entender el arrepentimiento que el Espíritu de Dios hoy nos reclama como pauta de oración, es necesario acudir a la escritura en su idioma original.

Arrepentimiento, viene del vocablo: Metanoia, y esto quiere decir "cambio de parecer" y "volver al estado original"; también se traduce como reconciliación, y dolor por haber ofendido a Dios.

Los griego aplicaban la palabra metanoia a un estado relacionado con el `regalo de las lágrimas’, es decir, un remordimiento mental que llevaba a un cambio de actitud para regresar con dolor a la Fuente del origen de la vida.

Metanoia está formada por dos palabras Griegas que son`meta´ y `nous´. El prefijo `meta´ significa ir más allá y también implica cambio y `nous´es el `intelecto´, aplicado no la inteligencia racional sino a la intuitiva. Es nuestro modo de saber intuitivamente que algo es verdad.


El maestro Eckart (s. XIII) habla de metanoia como el “conocimiento puramente espiritual, allí el alma es cautivada muy lejos de las cosas terrenales. Allí oímos sin escuchar sonido algunoy vemos sin ver…”  Es un modo de entender, más allá de lo común, es una transformación de la conciencia, es un ir más allá hacia una Realidad más profunda, en verdade es un encuentro con la Verdad misma revelándose en neustro interior (2Timoteo 2:25). Más Importante aún, metanoia es el modo “por el cual Dios puede ser visto”. En síntesis, metanoia (arrepentimiento) es “cambio de mente”, un cambio en nuestra forma de pensar que produce nuevos propósitos y se manifiesta en un cambio de conducta que produce un estilo de vida nuevo.

Desde toda esta consideración nos damos cuenta que el arrepentimiento es el divorcio del alma con el pecado. Es la reacción del individuo que vuelve en sí y por primera vez considera su pecado como la fuente de todas sus desgracias. Eso es arrepentimiento. Y sin ese arrepentimiento nadie puede disfrutar de la salvación que Dios ha provisto en Cristo Jesús Señor nuestro.

El hijo pródigo de la parábola no pidió perdón a su padre mientras continuaba aún viviendo perdidamente. Dice el relato que él se levantó y fue a su padre; él había tomado la decisión de cortar con ese estilo de vida que hasta ahora había seguido y entonces pidió perdón.

Nadie encontrará perdón para su alma mientras continúe casado con su pecado. Pero hay algo aquí que es indispensable aclarar si deseamos mantener la pureza del evangelio verdadero. El arrepentimiento no es un intento de parte del pecador de ordenar su vida para que entonces Cristo pueda aceptarlo. Si el pecador pudiese ordenar su vida sin Cristo, entonces ya no necesita a Cristo. Cristo vino a salvar a su pueblo de sus pecados, porque su pueblo no podía salvarse a sí mismo.

Estamos hablando más bien de una persona que reconoce su pecaminosidad y al mismo tiempo su incapacidad de escapar de semejante condición; es una persona que habiendo comprendido la maldad de su pecado y las terribles consecuencias que ese pecado le acarrea ahora y en la eternidad, acude a Cristo con la disposición de obedecerle a Él.

Es la disposición del pecador a abandonar su vida de pecado, para obedecer de ahora en adelante la voluntad de Dios revelada en Su Palabra, pero sabiendo de antemano que eso sólo será posible con la ayuda del Espíritu de Cristo. El pecador arrepentido no es aquel que dice: “Voy a reformarme primero y luego iré a Dios”; no. Es más bien el hombre que reconoce que no puede seguir luchando con la maldad de su corazón y, habiendo pedido perdón, pide también a Dios que le transforme, que le conceda la gracia que necesita para ser librado de la esclavitud de su propia corrupción.

Cuando hablamos de arrepentimiento (metanoia), nos referimos a que un hombre, antes pensaba que su condición espiritual dependía de sus obras, ahora cambia a pensar que él no puedo lograr nada espiritual por sus propios esfuerzos sino que Cristo es el único que lo ha limpiado del pecado y ha completado su nueva creación en él. Es necesario entender que el arrepentimiento “metanoia” es un arrepentimiento sobrenatural, que proviene de Dios.

El arrepentimiento, entonces, es el cambio de la mente y del corazón que da como resultado un cambio de acción y esto debido al ministerio de iluminación (revelación) y convencimiento del Espíritu Santo cuando Cristo, el Evangelio, es presentado. Es cuando la persona es iluminada y convencida por el Espíritu Santo para ver su verdadera condición. Necesitamos entender que hasta que una persona no se percate de que está en tinieblas, no tiene el deseo de la luz, como claramente se ve en el siguiente pasaje:

 ”Y esta es la condenación:
que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas.” 
(Juan 3:19) 

A partir de hoy en nuestro ministerio nos determinamos a proclamar solamente el mensaje de Cristo, no lo que la gente quiere escuchar, no vamos a predicar mensajes de motivación que muchos falsos apóstoles anuncian y falsos maestros enseñan. Solo anunciaremos y enseñaremos lo que dice la Palabra de Dios. Muchos quieren fe, sin pasar por arrepentimiento, por esto la fe de muchos es vana, porque dicen tener fe y no obstante siguen con una vida llena de inmundicia y de mentiras. En cambio una persona que es responsable, que decide cambiar, es alguien confiable para Dios y su prójimo, y eso es vivir por revelación y no por religión.

Recuerda hoy el anhelo del Padre: Él quiere todo de ti, no un poco. Te aseguro que ya no serás un cristiano que se oculta detrás de una máscara religiosa para que los demás lo vean como el sistema quier verlo, sino que todos verán la Verdad manifestándose en ti.



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