P.A. David Nesher
El
requisito que el Eterno entregó para que los hijos de Israel fueran
salvados en la historia de Pesaj fue que degollaran un cordero y
embadurnaran su sangre en los marcos de las puertas, para que de esta
forma Dios pudiese pasar por alto ese hogar y salvar a sus habitantes.
Ahora bien, la pregunta que siempre surge en el lector de este relato es: ¿cuál fue el significado de este bizarro ritual?
El cordero era el dios nacional de Egipto. Los egipcios pensaban que el alma de Osiris, su dios principal, se había corporizado
en el cordero de Mendés y lo llamaban “alma de Ra” (dios solar
serpiente) Esa 'reencarnación' era reconocida por los sacerdotes gracias
a las distintas marcas que el cordero llevaba en su cuerpo.
Se lo
adoraba en el inicio de la primavera (mes aviv) como dios de la
fertilidad y su atributo era una espiga de trigo. Era el objeto de su
idolatría y, para ameritar la liberación, los miembros de Israel debían
probar que no compartían los ídolos falsos de los egipcios.
Hace
falta un gran coraje para ir en contra de la definición popular del
éxito. Hace falta una gran fortaleza espiritual para negar el atractivo
superficial del estilo de vida hedonista. Hace falta un increíble valor
para elegir una vida de significado por sobre las vanidades de la
tendencia y la moda que imponen los íconos (ídolos o imágenes falsas) de
una cultura.
Y eso es exactamente lo que tuvieron que hacer los
hebreos de Egipto para merecer el milagro del primer Pesaj, el milagro
que permitió que hoy nosotros nos convirtiéramos, mediante el Cordero de
Dios, en el pueblo elegido de Yahwéh. Tuvieron que matar al cordero de
la idolatría egipcia.
Nuestro desafío hoy es imitar aquel heroísmo en su formato contemporáneo.
Anhelo que el Espíritu Santo de Dios los guíe para ejercer Su fe heróica y así manifestarse cómo Su Pueblo.
Shalom.
P.A. David Nesher
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