Todo los redimidos de Yahvéh en el mundo saben que la matzá es pan no leudado y que su opuesto es el jametz, que significa ‘lo que leudó o se
elevó’ (pan con levadura). En la semana de Pesaj somos sumamente cuidadosos y limpiamos
meticulosamente nuestros hogares para erradicar todo resto de jametz que esté en nuestra
posesión antes del comienzo de la festividad.
¿Pero cuál es la
diferencia entre el proceso de horneado de pan (jametz) y el de horneado
de matzá?
Es interesante
saber que la misma masa puede ser utilizada para ambos. La diferencia es la
siguiente: para evitar que la masa de matzá fermente, crezca y leude
(convirtiéndose en jametz y quedando prohibida para su uso durante
Pesaj) la masa de matzá se trabaja, amasa, apisona y achata durante la etapa
inicial del proceso. Los panaderos no pausan ni por un instante. La única forma
de hacer que el producto siga siendo matzá
es trabajar exhaustivamente en las fases de amasado y apisonado y meterla en el
horno inmediatamente después. Un solo momento de retraso (aunque técnicamente
el retraso podría durar hasta 18 minutos en circunstancias extremas) podría
cambiar su estatus, pasando de ser el objeto con el cual cumplimos la mitzvá
(mandamiento) de comer matzá, a ser un objeto que está prohibido en Pesaj.
La diferencia
entre la matzá y el jametz es literalmente un tema
de diligencia, concentración, esfuerzo y, principalmente, una aguda consciencia
del tiempo.
La matzá es el alimento que representa
todas esas características en nuestro llamado mesiánico: no quedarse cruzado de
brazos dejando que las cosas fluyan de acuerdo a su curso natural. Es el
símbolo de nuestro deber cotidiano de realizar tareas con diligencia y
concentración en el momento en que hay que hacerlas, ni siquiera un momento
después. Esta característica, conocida en hebreo como zerizut, ‘presteza’, es uno de los ingredientes clave para
vivir una vida espiritual que en Yahshúa estamos llamados a vivir.
La Torá nos está
diciendo, indirectamente, que debemos respetar las mitzvot (los mandamientos de
Yahvéh) de la misma forma en que hacemos las matzot: con diligencia, atención y
concentración. Tal como no permites que la masa de matzá fermente o leude por
causa de un retraso en tu tarea, no permitas que ninguna mitzvá (mandamiento)
que se presente ante ti se avinagre y fermente a causa del retraso y el
aplazamiento y se arruine así el cumplimiento de Su propósito eterno.
La Fiesta de los
Panes sin Levadura (en hebreo Jag HaMatsot) es
la festividad de ‘hacer’, ya que en ella la fe recibida se convierte en obras de justicia
que concretan en el mundo natural las bendiciones en cada casa redimida en Pesaj. La matzá representa
muchas cosas pero, por sobre todo, representa diligencia y entusiasmo en el
servicio a nuestro Creador y Abba.
Es muy interesante profundizar este análisis de la conexión que existe entre
matzá y mitzvá (el mandamiento) ya que la misma nos enseña otra cosa más. No sólo debemos
poseer matzá en nuestras casas, sino que también debemos comerla. Y tal como al
ingerir matzá la convertimos en parte de nuestro sistema, asimismo debemos
internalizar las mitzvot (los mandamientos) que realizamos, convirtiéndolas en
parte integral de nuestro ser, y testimonio fiel y real de nuestra Alianza en
el Mesías.
Cuando estemos
cumpliendo con la mitzvá de comer matzá, espero que la equivalencia de ambas
nos inspire a absorber sus numerosos mensajes: un mayor entusiasmo y diligencia
en todo lo que hacemos, una consciencia mayor del significado del tiempo, una
conexión más elevada con Dios y con el hombre por medio de ser más genuinos,
simples y menos presuntuosos y extravagantes.
Espero que
logremos internalizar la festividad de Pesaj y no sólo internalizar los deliciosos matzots que comemos durante estos días.
Que esta Fiesta deje impreso en nuestro diario andar concentración, diligencia y entusiasmo en todo cuanto hacemos sirviendo y también en nuestros pensamientos. Gracias por compartir esta enseñanza!
ResponderEliminarBendecidos/as!